La inmigración es un tema de muchos años, desde el principio se sabe que fue el hombre el que se desplazaba a otro lugar para luego reagrupar a la familia. A lo largo de la historia, historia que casi nadie conoce, el número de mujeres que decide emigrar, tras una toma de decisiones normalmente familiar ha aumentado, motivadas por una búsqueda de mejores oportunidades laborales y presionadas por una situación de extrema pobreza. Todos aquellos motivos, como enviar dinero a sus familias o ahorrar para futuros proyectos. Buscaban solamente una manera de salir de la vida tan deprimente que llevaban, aunque a veces suponía que lo que les esperaba en el lugar de destino no fuera realmente lo que pensaban. Aquellas mujeres que dejaban todo atrás y se introducían en un mundo totalmente diferente, en el que se tenían que dedicar a trabajos poco remunerados, que no les permitía conseguir demasiado dinero para enviar a sus familiares o en condiciones poco favorables y sin posibilidades de un rápido avance. Siempre trabajos que a las mujeres autóctonas no les interesaba, como cuidado de niños, ancianos o enfermos, hostelería, servicio doméstico y en los peores casos, la prostitución.
En los capítulos de los movimientos migratorios, las mujeres siempre fueron una parte vital, sin embargo, durante muchísimos años hubo una mirada poco valorada, e incluso poco visible, sobre el rol que desempeñaban y no me refiero solo a la inmigración sino también en su vida cotidiana, tanto que durante la década de los 30 a los 50 del siglo XX, la sociedad estaba dividida en dos partes, por un lado los hombres, a los que les correspondía la vida pública, la política, la guerra, la producción y por otro lado se encontraban las mujeres, encargadas de la vida privada, el ámbito familiar, dedicada plenamente a las tareas domésticas y a la reproducción tanto de la especie como de los valores sociales. Y todavía, hoy en día sigue sin reconocerse plenamente la importancia del papel de las mujeres inmigrantes dentro de las economías, tanto de los países emisores como los receptores.
Las mujeres con sus increíbles esfuerzos han conseguido a lo largo de los tiempos la importación de la mujer al trabajo, pasando por las tres guerras mundiales, donde las mujeres prestaron su importante labor y servicios en el frente como enfermeras. Consiguiendo posteriormente el derecho al voto y más tarde su incorporación a la política. Los movimientos feministas del siglo XX, buscaban la igualdad de derechos entre hombre y mujeres. Todos son valores de estas mujeres con coraje que forman parte de la historia y que entre otros valores han conseguido que la migración femenina también sea posible.
El hecho de intentar mantener a la mujer en casa ha sido una forma de mantenerla oculta. Lo que no se ve no existe. Pero en cambio la nueva mujer, la mujer con derechos, se ha hecho presente precisamente al salir de casa en busca de trabajo cerca o lejos de la familia, al llegar a exigir lo que a una le corresponde sin sentirse mal por ello. Todo ha ido cambiando día a día, las mujeres han ido ganando cada vez más y más fuerza comparado con el miedo al que eran sometidas por las amenazas de expulsión del país que suponía atreverse a valer sus derechos. El rol Mujer-cabeza-de-familia se refiere a la mujer inmigrante que pasa a ser quien sostiene a la familia y desde la distancia toma decisiones que culturalmente (según el país) le corresponderían al hombre, lo cual es considerado un gran paso en la búsqueda de la autonomía de la mujer, aunque en sociedades machistas este avance suponga para ellos una pérdida de autoridad, inevitablemente este es un cambio que no puede ser detenido.
Actualmente las mujeres constituyen casi la mitad de la población migrante del mundo, un número cercano a los 95 millones y su número va en aumento. El hecho de que las mujeres envíen dinero a sus familias hace que loas remesas vayan en aumento, lo que tiene efectos económicos muy positivos para los hogares que dejan atrás y valores muy significativos para el desarrollo y es que las mujeres inmigrantes no llegan solamente movidas por sus deseos de cambiar de vida, sino que existe una sociedad que demanda sus servicios para cuidar a aquellos ancianos y enfermos que no tienen a nadie más que recurrir, las necesidades afectivas y sexuales que precisan muchos hombres. Este es el lugar donde las ubica la sociedad y desde el que se hace muy difícil desencararse. Pero de lo que no se da cuenta la gente es que nosotras valemos mucho más. Que gracias a muchas mujeres, a su increíble trabajo y sufrimiento se han conseguido las grandezas que muchos países poseen, el transnacionalismo, proceso por el cual los migrantes forjan y sostienen múltiples relaciones sociales, económicas y políticas. Un hombre también lo podría conseguir pero no sería lo mismo sin todas las mujeres que lo han llevado a un punto incluso más alto y donde cada día que pasa el trabajo es mayor y el progreso es mucho más rápido. Yo las reconozco no por lo que han conseguido, sino por la valentía que han demostrado.